Y los sueños, sueños son…

2014-06-21

Westworld (1973) Michael Crichton. Pràctiques per a la Revista DeCine.

Crítica publicada al Diari del Festival de Sitges, el 6 d’octubre de 2011.
Diari del Festival de Sitges 2011 (dia 1)

“Nada puede ir mal”, dice una voz al principio de la película. Por solo mil dólares diarios, accede a un parque temático donde hacer realidad todas tus fantasías. Escoge entre tres mundos: el medievo, la Roma clásica o el far west y haz lo que te plazca: seducir cortesanas; disfrutar de las tradicionales bacanales romanas o desenfundar el revólver tantas veces como gustes. Todo el personal del parque está a tu entera disposición.

Michael Crichton, autor de novelas como Parque Jurásico o La amenaza de Andrómeda, suele crear mundos donde la tecnología se revela contra su creador. En Westworld, traducida al español como Almas de metal, Crichton escribe y dirige una ciencia ficción de serie B que recuerda a La dimensión desconocida de Rod Serling. Una ciencia ficción austera y conceptual que envejece deliciosamente; que entretiene a la vez que hace reflexionar sobre el peligro de la tecnología en un mundo donde el dinero permite sofocar todo miedo, frustración o bajeza humana por tan solo mil dólares diarios.

Una de las originalidades de la película es que baila entre varios géneros, sobre todo el western, la ciencia ficción y el terror. Basta decir que el malo malísimo de la singular fábula no es otro que Yul Brynner. Sin embargo, también asoma cierta comicidad en alguno de los personajes o situaciones y, en este sentido, sorprende la similitud con el monólogo del espejo de Taxi Driver (1976, Martin Scorsese).

Aunque se nos presenten anecdóticamente mundos un tanto desconocidos a la vez que exóticos para el grueso del público estadounidense –la Roma clásica y la Edad Media-, la mayor parte de la acción se desarrolla en el lejano oeste, un mundo más “familiar” donde es más sencillo encontrar la empatía con el público.

Una historia original, entretenida y aparentemente sencilla que nos permite reflexionar sobre la imperecedera batalla entre la moralidad social y la imposición de las voluntades personales; sobre el miedo, la frustración y el deseo; sobre el objetivo de la ciencia y las posibilidades de la biotecnología. En definitiva, sobre quiénes somos y a dónde vamos.